Guns N` Roses regresó a la Argentina tras una larga pausa y se presentó en el estadio de Vélez Sarsfield donde desplegó, con Axl Rose a la cabeza, un show ante unas 50 mil personas en una noche en donde no faltó la nostalgia y algunos incidentes.
Pasaron 17 años del último recital en Buenos Aires y se lo vio al cantante y compositor Axl Rose recorrer el escenario de punta a punta como lo hacía en las viejas épocas, tocó el piano en la bella "November Rain” y transitó por otros clásicos inoxidables como "Don`t cry”, "Sweet child o` mind”, "You could be mine” y el festejado "Patience” -que comenzó con un guiño al tango "Por una cabeza”-, algunos títulos de su último trabajo "Chinese democracy” (2008) y una breve versión de "The Wall”.
Una vez más no sólo por el concierto fue noticia esta mítica banda, sino también por los particulares incidentes que siguen provocando sus seguidores, ya fuera del plano musical, el líder y único miembro original del grupo tuvo que hacer tres interrupciones en su show, ya que al escenario fueron arrojados diferentes objetos peligrosos, desde botellas hasta pedazos de piso del estadio. "Parece que no me escucharon sobre la destrucción de las cosas.¿Quieren divertirse? No queremos problemas con nadie, sólo queremos pasar un buen rato”, insistió Axl con ayuda de un intérprete en la última interrupción, una situación que el artista ya había vivido en 1992 en el estadio de River Plate.
El "nuevo grupo" tuvo que hacerle frente a las ausencias de sus otros fundadores, Slash y Duff M, en un recital en el que el heavy metal y el rock fueron protagonistas, sin dejar de lado los sonidos electrónicos emergentes que abordan en su nuevo disco, con Sebastián Bach, un ex Skid Row como telonero.
INCIDENTES AFUERA DEL ESTADIO. Fuera del estadio los disturbios se desataron cuando fanáticos de la banda estadounidense intentaron ingresar al estadio de Vélez con boletos apócrifos y la policía impidió su entrada a ver el recital.
Estos seguidores de los Guns N' Roses, arrojaron piedras y botellas de cerveza a los policías, quienes dispersaron a los fanáticos con carros hidrantes. Durante los incidentes, los seguidores de la banda que no pudieron ingresar al recital también prendieron fuego un árbol a las puertas del estadio, lo que requirió de la labor de los bomberos.
Al menos tres personas fueron detenidas por estos incidentes, que no impidieron el desarrollo del show, donde unas 50.000 personas disfrutaron de la mítica banda.
Pasaron 17 años del último recital en Buenos Aires y se lo vio al cantante y compositor Axl Rose recorrer el escenario de punta a punta como lo hacía en las viejas épocas, tocó el piano en la bella "November Rain” y transitó por otros clásicos inoxidables como "Don`t cry”, "Sweet child o` mind”, "You could be mine” y el festejado "Patience” -que comenzó con un guiño al tango "Por una cabeza”-, algunos títulos de su último trabajo "Chinese democracy” (2008) y una breve versión de "The Wall”.
Una vez más no sólo por el concierto fue noticia esta mítica banda, sino también por los particulares incidentes que siguen provocando sus seguidores, ya fuera del plano musical, el líder y único miembro original del grupo tuvo que hacer tres interrupciones en su show, ya que al escenario fueron arrojados diferentes objetos peligrosos, desde botellas hasta pedazos de piso del estadio. "Parece que no me escucharon sobre la destrucción de las cosas.¿Quieren divertirse? No queremos problemas con nadie, sólo queremos pasar un buen rato”, insistió Axl con ayuda de un intérprete en la última interrupción, una situación que el artista ya había vivido en 1992 en el estadio de River Plate.
El "nuevo grupo" tuvo que hacerle frente a las ausencias de sus otros fundadores, Slash y Duff M, en un recital en el que el heavy metal y el rock fueron protagonistas, sin dejar de lado los sonidos electrónicos emergentes que abordan en su nuevo disco, con Sebastián Bach, un ex Skid Row como telonero.
INCIDENTES AFUERA DEL ESTADIO. Fuera del estadio los disturbios se desataron cuando fanáticos de la banda estadounidense intentaron ingresar al estadio de Vélez con boletos apócrifos y la policía impidió su entrada a ver el recital.
Estos seguidores de los Guns N' Roses, arrojaron piedras y botellas de cerveza a los policías, quienes dispersaron a los fanáticos con carros hidrantes. Durante los incidentes, los seguidores de la banda que no pudieron ingresar al recital también prendieron fuego un árbol a las puertas del estadio, lo que requirió de la labor de los bomberos.
Al menos tres personas fueron detenidas por estos incidentes, que no impidieron el desarrollo del show, donde unas 50.000 personas disfrutaron de la mítica banda.
RESUMEN DEL SHOW:
1. Sebastian Bach: Media hora tarde y con un repertorio que duró más de una hora, insólito para un artista que oficia de telonero, el metalero pelilargo redundó en expresiones demagógicas ("Te amo, Argentina", "Te recuerdo, el mejor lugar del mundo", "Gracias por 20 años de rock") pero precalentó el estadio con temas viejos (no faltó el clásico de Skid Row, "18 and Life") y otros nuevos, de su carrera solista.
2- La eternidad: claramente, Chinese Democracy es sinónimo de espera y ansiedad. Entre Sebastian Bach y la salida de Axl pasó más de una hora y el show, que estaba previsto para las 21:15, comenzó casi a las 23. El inicio con el tema homónimo, fuegos artificiales y llamaradas desde el escenario, e hizo que la expectativa quedara satisfecha al instante.
3- La tríada Appetite For Destruction: Entre "Chinese Democracy" y "Better", tres hitazos del primer disco hicieron rememorar aquellos viejos y preciados tiempos: "Welcome to the Jungle", "It´s so easy" y "Mr Brownstone". La voz de Axl conserva la esencia y esos agudos siguen siendo su mejor marca; sin embargo, sobre el escenario, su movilidad (aunque a medida que el setlist avanzó, fue "desoxidándose") ya no es lo que era: 48 años no son poca cosa.
4- La historia se repite: como antaño en River, promediando el show, Axl llamó a un traductor para que transmitiera sus pensamientos al público. ¿La razón? Una lluvia constante de "objetos contundentes" hacia el escenario (¿recuerdan ese toallero?). El concepto fue "si nos lastiman o se lastiman entre ustedes, nos vamos a casa". Amenazó y siguió. Falsa alarma.
5- Whole Lotta Rose: El tipo de los mil cambios de vestuario. Salió con sombrero, lentes y camisa negra y un saco. Siguió con camisa rosa de mangas largas y bandana roja; después, saco de pana bordó y una suerte de flashback a su imagen más jovial y el fin, con sombrero de cowboy blanco. Faltó la pollera escocesa.
6- El momento: Después de su solo instrumental al piano (que incluyó "Goodbye Yellow Brick Road" de Elton John), Axl evocó uno sus más grandes clásicos, "November Rain". La balada sinfónica fue la más coreada de la noche y coronó la sección Use Your Illusion (junto con "Don´t Cry", que sorprendió por no haber estado en la lista de sus shows anteriores) con un increíble final. "Don´t ya think that ya need someone"...
7- El estallido: "Live and Let Die", el primer cover del setlist marcó el estallido inicial. Un pogo uniforme y constante, ante la suite Bond de Paul McCartney. Después vendrían "Another Brick in the Wall" de Pink Floyd, "Knockin´ On Heaven´s Door" de Dylan y "Whole Lotta Rosie" de AC/DC.
8- Nuestros años felices: Axl con saco largo y bandana, moviéndose hacia los lados, correteando y girando en sí mismo; el swing rockero de "Sweet Child O´Mine" mostró al cantante en su mejor momento interpretativo sobre el escenario de Vélez. El tiempo puede llevarse muchas cosas, pero nunca el poder de esos alaridos.
9- El final esperado: "Llevame a la Ciudad Paraíso, donde la hierba es verde y las mujeres preciosas.". "Paradise City" coronó la lista, como antes y como siempre: ese himno inmortal de California que se transformó en una canción común a todas las grandes urbes del planeta. Hasta la vista, Axl Rose.
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